Es tan simple como sentir. Permitirnos tomar contacto con la experiencia corporal, emocional y mental que estamos viviendo ahora. Permanecer en la suavidad honesta de sentirnos tal como estamos. Abrazando nuestra sensibilidad que da vida y nos hace humanos.
Es tan simple…
Y es tan hermosamente tierno reconocernos con tanta intimidad.
A veces faltan palabras para describir este sentir. Y en realidad estas no hacen falta para comunicarnos desde esta suavidad. Basta el abrazo, la mirada y el sentir juntos.
Y desde la distancia, bastan estas letras poéticas que resuenan en ti y en mi. Ya que el alma del sentir vibra cariñosamente entre seres vivos.
El miedo a sentir
Mucho aprendo de mi miedo a sentir. Y de mi tendencia constante a alejarme y renegar de lo que experimento.
Si me paro unos instantes, noto pánico a lo que pueda encontrarme dentro. Temo verme a solas con mi dolor y todas sus manifestaciones: tristeza, frustración, ansiedad, depresión, culpa,…
Y por otro lado, me gustaría sentirme bien, con sensaciones agradables, alegría, valor, energía, autoestima,… Pero cada vez que trato de descubrir en mi estos sentimientos deseables, me encuentro también con los otros, los desagradables. Y esto me lleva a querer alejarme de nuevo de cualquier tipo de sentir… ya sean de un tipo o de otro.
El resultado es esta tendencia a alejarnos de la sensibilidad por miedo a sufrir.
Anestesiados para no sentir
Sentir esto es muy revelador. Como la sencillez y naturalidad del sentir quedan relegados en mi ante el pánico a experimentar dolor y frustración.
Y así la opción más frecuente es anestesiarnos del sentir. Racionalizamos las emociones, dramatizamos los sentimientos, nos entretenemos con superficialidades, es decir, nos hacemos expertos mirar para otro lado.
Es tan simple sentir. Es tan humana la sensibilidad… que necesito convertirme en una maquina calculadora para no experimentarlo. Y así, colecciono en mi mente datos, noticias y opiniones. Llenándome de historias ajenas, problemas irresolubles y todo tipo de entretenimientos.
Cierro mis oídos y mi corazón al sentir. A todo lo que pueda conmoverme, entristecerme e inspirarme profundamente.
La puerta amorosa de la sensibilidad
Duele verse como una maquina repitiendo programas para no sentir. Y este dolor es sanador.
Aprendo profundamente al permitirme sentir mis propias contradicciones. Dejarme sentir sin mas. Parar la huida… aunque solo sea unos instantes. Y abandonarme a lo que siento, en todo su dolor y en todo su placer.
Y llega un punto en que no hay diferencias. Estando en la simple y gozosa paz de sentir nuestro dolor auténtico.
Es la vivencia del amor, en sus múltiples manifestaciones, la que nos impulsa a sentir. Y a la vez esto es lo que todos buscamos: sentir el amor.
Respira simplemente. Practica un poco de yoga. Siente como tu corazón late. Aquí mismo esta la vida que te ama. Y tú respondes naturalmente siendo amor sensible.