Estoy ahora aquí, al exterior, en una esquina del patio, buscando un resguardo del viento y un chute de sol entre nubes. Un día fresco por el viento que a veces me despierta sensaciones de caos y tensión. Pero ahora me siento tranquilo. Disfrutando el momento y del amor que siento por mi y por todo.
Estos días estoy leyendo el libro de Anita Moorjani, Morir para ser yo. Me parece un relato arrebatador, y de pura conexión con la vida y el amor. Me lleva de la mano hacia este espacio de simplemente ser quien soy. De amarme y acoger el amor que todo me regala.
El sol calienta mi piel y el viento me conecta con la fuerza inmensa de la vida. No hay mucho más que decir. Instante de disfrute y autoestima. Sin necesidad de buscar ningún estado, ni forma particular.
Hace un rato estaba atrapado en un estado de búsqueda de sentirme mejor. Me sentía confuso y molesto, y quería sentirme bien. Y por más que hiciera cosas o moviera pensamientos, este estado seguía presente. Bienvenidas sean estas emociones. Tanto aprendo de ser humano, con todas mis crisis, frustraciones, miedos y rabias.
Soy afortunado de vivir en un pueblo, junto a la naturaleza. En mi estado salí a dar una vuelta, buscando zonas resguardadas del viento y con el libro en el bolsillo. Tras un rato encontré un rincón calmado donde sentarme y conectar con las palabras de Anita Moorjani.
Como su experiencia de profunda curación fue una rendición total en el momento en que estaba muriendo. Abriéndose a la magnificencia de Ser y reconociendo el amor que todos somos y nos conecta.
He escrito mucho de autoestima. Y concretamente con la autoestima profunda, que nos acerca a la autentica conciencia de que ya somos amor, siempre y en todo lugar. Rendirnos a esta realidad es un regalo que viene cuando viene. No es algo que podamos forzar.
En los retiros de conciencia que hacemos en Casa Cueva La Luz tratamos de inspirar a las personas a descansar en la calma de ser quienes son. Puro amor, puro disfrute, pura generosidad hacia uno mismo.
Dejamos que la naturaleza, el espacio ancestral de la cueva, la guía de Mariluz o mía, el susurro del viento o simplemente el silencio, nos lleve juntos a este reconocimiento del amor que somos en este universo de amor que se regala también a través de nosotros.
Gracias por leer estas palabras que me vienen inspiradas por Moorjani. Gracias por resonar a tu manera con tu verdadera identidad profunda de amor. Y gracias por todo y por nada. Te mando un abrazo cálido, rodeado del viento, de los almendros floridos y del sol.