La imagen del periódico digital le pillo por sorpresa. ¡Un niño muerto en una playa! Durante unos segundos se quedo de piedra. No podía creer lo que veían sus ojos. Esto debía ser un error, o tal vez un anuncio de esos capciosos. Leyó algunos párrafos. Y empezó a sentir mucha rabia. Pesaba tanto que lo fue sacando hacia todos los políticos del mundo, uno detrás de otro. Respiró unos instantes y sintió su ira en su cuerpo, dentro de él como un fuego que lo quema todo.
Siguió mirando la foto. Se puso la mano en el pecho y se dejó sentir hasta que surgió en su mente la palabra «injusticia». En su mente se agolpaban todo tipo de cosas que juzgaba que estaban mal en el mundo. Respiro la palabra y todo lo que para él esto significaba en su cabeza. Y sintió primero asco y luego odio y rencor. Siguió respirando mientras notaba la separación y la indiferencia que lo llenaba todo fuera de él. Hasta que sintió su propia separación.
Algo se movió en sus entrañas. Un frío helador le lleno de pánico. Se sentía desprotegido, como este niño muerto en la playa. Respiró su miedo, con dificultad. Le daba pavor reconocer que vivía en un mundo tan inseguro y caótico. Se sentía congelado, sin saber que podía hacer para remediar todo esto. Por unos instantes su mente intentó buscar soluciones para salvar a todos los niños, hasta que algo dentro lo ayudo a parar y volver a mirar al niño. Y por primera vez lo vio.
Allí estaba el niño. Un niño inocente y muy vulnerable. Sobre la arena. Sintió el dolor de su vida truncada de golpe, y el dolor de la perdida de sus padres. Sus ojos se llenaron de lagrimas. Lloró. Y sintió una tristeza inmensa también por si mismo. Recordó con cariño su propia infancia perdida. Sus sueños rotos. Respiró en la calidez de su sentir, cada vez más reconfortado.
Volvió a mirar al niño. Ahora más ligero tras acoger su rabia, su miedo y su dolor. Y ahí estaba la paz. Una paz que surgía de todos lados al mismo tiempo, de dentro de él y desde esté hermoso niño muerto en la playa. Sintió gratitud hacia él. Sintió gratitud hacia la vida que nos da unos años de vida sobre la tierra. Su pecho se fue abriendo hasta acoger toda la vulnerabilidad de la raza humana. Comprendió en un instante como el devenir humano está fraguado de sinsabores siempre cambiantes, pero misteriosamente plenos de sentido.
Y desde esta paz gratuita y desde el calor compasivo que despertaba en él, se quedó unos minutos en silencio y relajado, saboreando la vivencia. Hasta que sintió el impulso de acoger al niño en sus brazos, sin que hubiera diferencias entre este y su propio niño interior. Luego su cuerpo lo lanzó a la acción. Tenía algo importante que resolver y que ya no podía posponerlo más.
Fue a compartir su experiencia con su mujer en el cuarto de al lado. Hablaron un largo rato, afrontando sus propios problemas de relación. Lloraron juntos por sus propios niños internos. Tal vez no pudieran en ese momento salvar al mundo y a otros niños desprotegidos, pero al menos si podían acoger sus diferencias, y en breve abrazar a sus hijos de vuelta de la escuela.
Hola…me parece precioso lo que has escrito y he querido compartirlo, pero cuando he visto que en lugar de la foto del mar ha salido el niño lo he borrado corriendo, ya que no me gusta ese tipo de imágenes. No entiendo porque al compartir no sale la foto del escrito 🙁
Gracias Carolina. Es cierto, la foto del niño puede salir al compartir. No quise ponerla en el post, pero aparece en segundo plano. Lo siento. Me sentía también con dudas si ponerla y al final quedo a medias. Si es en Facebook creo que puedes borrarla para que no salga la foto. Si es en Twitter, creo que puedes hacer RT en tweet de @interSerEd que creo que no sale foto… Siento el lio. Un abrazo!
Qué bello el recorrido interior que haces con todos los sentimientos que provoca una injusticia tan grande…
Gracias Dori… creo que sentirlo dentro es un paso importante para luego actuarlo fuera y realmente resolver lo que se pueda resolver…
Un abrazo!