Soy perro viejo en esto de la psicología humana y la psicoterapia. He vivido muchas experiencias interiores conflictivas. Me he obsesionado mucho. He caído en muchas trampas mentales. Y también he sido testigo de muchos (muchísimos) bloqueos ajenos. Por ello, hoy me animo a señalar uno de los mayores autoengaños en los que podemos caer en nuestro crecimiento interior, y que es la trampa de la obsesión mental. Un pozo cotidiano del que en realidad es posible salir fácilmente al conectar con nuestra mirada cariñosa, sensible y hasta humorística hacia uno mismo.
¿Qué es la obsesión mental?
Todos conocemos las obsesiones mentales, como toda la retahíla compulsiva de pensamientos sin aparente fin, agobiados por algún objeto o situación que nos produce un movimiento emocional interior no siempre evidente. Y con mucha frecuencia viene acompañado de acciones compulsivas, mecánicas y repetitivas.
Solemos fijarnos más en las causas, en las acciones y en las situaciones exteriores, que en la propia experiencia vivida de obsesión mental. Por eso, prefiero diferenciar todos estos contenidos de pensamiento de la realidad en si misma de sentirnos obsesionados.
La trampa de la obsesión mental es algo que nos ocurre a casi todos los humanos. Es una forma de percibirnos y pensarnos alejados del sentir real y del amor intimo hacia nosotros mismo. Es una forma parcial de mirar hacia adentro, que necesitamos superar para dejar de obsesionarnos tanto en nuestra mente y sufrir de forma tan intensa. Es lo que los psicólogos y psicoterapeutas denominamos neurosis, o disociación cuerpo-mente o del sentir-pensar.
Me ayuda verlo como una rigidez mental, atrapada en ideas irreales, como que el sol gira alrededor de mi tierra, que «él ya no quiere saber nada de mi» o que «me estoy volviendo loco y no tengo remedio»
Terapias que perpetúan la obsesión mental
Esta semana he estado en contacto con varias personas atrapadas en la misma jaula. Jaulas que me resuenan mucho, ya que yo mismo he pasado, y aún paso de vez en cuando. Queridos amigos que hacen sus trabajos terapéuticos y de autoconocimiento, y que tienen muy claro mentalmente sus problemas y limitaciones para ser feliz, pero que siguen sufriendo y siguen esclavos de sus automatismos a pesar de tanto mirar para adentro ¿Qué nos esta pasando?
Hay formas de psicoterapia mental en donde el análisis y el razonamiento priman, y los pacientes nos quedamos enganchados a una búsqueda constante de razones, causas, interpretaciones, formas de funcionamiento, tipologías de personalidad, patrones de conducta, etc. Aspectos que pueden ayudarnos a enfocarnos en una dirección y conocernos, pero que se quedan limitados si no vamos más allá de ellas, y que nos mantienen en la cárcel de la obsesión mental.
Muchos hemos caído en esta trampa. Buscamos en la mente las soluciones. Creemos que razonando llegaremos a descubrir el resorte que falla, y que una vez sustituido por otro nos permitirá por fin ser felices. Pero esto no funciona así…
Queremos quitarnos una obsesión mental como quien limpia una vajilla sucia. Queremos librarnos de unos pensamientos compulsivos sin darnos cuenta de que es la misma mente la que se obsesiona contra la obsesión. Desde la propia mente confundida no vamos a encontrar una solución… ya que tal vez no haya nada que resolver… solo amar.
¿Qué estas sintiendo ahora?
Pensamos compulsivamente para no sentir. Hablamos con un discurso impecable, pero no somos capaces de bajar a nuestro cuerpo emocional y sentir el dolor real de la situación. Más allá de apuntarnos a una terapia mental, necesitamos una vivencia integradora y amorosa de nuestro vivir continuó.
Tal vez podamos recitar estas palabras ante otros: «he descubierto que nunca me he perdonado a mi mismo» Pero pocos somos capaces de dejarnos sentir el fondo doloroso que hay detrás de las palabras y el análisis. Sentir el dolor intenso y presente de esta falta de amor y perdón. Abandonarnos aquí. Dejar que emerja en mi la tristeza y todas las emociones presentes en este momento.
Tenemos una sensación engañosa de que nos vamos a romper si traspasamos la obsesión mental y sentimos todo el dolor que llevamos dentro. De que algo muy malo va ocurrir. Preferimos pensar, teorizar y hablar compulsivamente de nuestros dramas… antes de hundirnos en la realidad de nuestra vulnerabilidad, miedo, angustia, dolor, tristeza e incluso de nuestra sensibilidad, nuestro humor y nuestra alegría más genuina.
Se nos va la fuerza en las palabras y en las ideas. Y no porque haya nada malo en ellas o en nuestra mente. El problema es cuando nuestro pensar funciona alejado y disociado de nuestro sentir auténtico. Y si una terapia mental no es capaz de aportarnos el cariño y la frescura que necesitamos para una vida plena, tal vez sea mejor soltarla.
¿Qué ocurre en tu cuerpo?
Nuestra vida ocurre en el cuerpo. ¿Qué estas sintiendo en tu cuerpo? ¿Dónde estas sintiendo? Con frecuencia mis tripas se encogen, mi cara se arroga de preocupaciones, mi espalda se agacha ante la mirada de los demás, mi respiración revela mi ansiedad, mis puños se tensan como queriendo golpear. Mi cuerpo quiere resolver lo que está pasando. Mi cuerpo no engaña.
Frecuentemente mis palabras dicen una cosa, pero mi cuerpo revela mi sentir auténtico. Desde mi obsesión mental puedo creer que necesito una cosa, cuando en realidad mi cuerpo necesita otra muy diferente y lo muestra con respuestas y emociones corporales que en realidad buscan restaurar mi propio equilibrio perdido.
Por esto, la conciencia corporal, el sentir nuestra respiración, y el habitar nuestras sensaciones cambiantes, resulta de tanta ayuda para estar con lo que sentimos en cada momento.
Acoger con amor y humor lo que sentimos
Es una liberación dejamos sentir desde nuestro cuerpo. Toda emoción natural y auténtica es en el fondo una muestra de amor. La tristeza genuina nos conecta. El miedo real nos baja a tierra. La rabia profunda nos llena de energía y resolución.
Si ante cualquier cosa que sintamos y pensemos actuamos con cariño interno, dando la bienvenida a lo que nos ocurre, la mente tiende a aclararse y nuestra emoción se centra. Y desde está autoaceptación hacia nuestro momento presente y hacia nosotros mismos, todo resulta más fácil, sencillo y natural.
La salida de la obsesión mental pasa por relajar todo nuestro ser, soltando nuestro cuerpo tenso, escuchando con cariño nuestras emociones y sonriendo a nuestros pensamientos como si de niños jugando se trataran. Permitir que lo que ya está aquí sea como es, aunque sea obsesivo, compulsivo o mecánico. Si gritamos, nos culpamos y nos volvemos locos ante nuestras reacciones neuróticas, solo conseguiremos mantener y amplificar nuestro patrón mental.
Las obsesiones son solo esto, pensamientos que vienen y van, aspectos que están aprendiendo a ser vividos de forma más integrada en nosotros. Permitamos que una mirada y una intuición profunda, más allá del plano de nuestros pensamientos, acoja y mime todos lo que surge en nosotros, como niños que juegan, como olas del mar, como nubes en el cielo.
Al tomar perspectiva sobre nuestra mente y emotividad, descubrimos como todo viene y va, en una impermanencia continúa. Nos quitamos el peso de tanta rigidez mental, y comprendemos la volatilidad de cada pensamiento y de cada emoción.
Y de improviso el humor auténtico aparece. Y junto a ella esta paz que siempre estuvo aquí. Y esta felicidad que nunca nos abandonó. Dejamos de ser una mente pensante y un cuerpo sufriente, para simplemente ser el que somos momento a momento.
De la obsesión mental a la vida integradora

No tengo nada en contra de ninguna terapia mental o de cualquier otro tipo. Creo que todo aporta ingredientes interesantes para el autoconocimiento. Si he escrito este post es para tomar conciencia de que a veces nos encerramos en nuestra mente y en formas parciales de resolver nuestros líos psicológicos, sin permitirnos ampliar la mirada y sobre todo sin dejarnos sentir desde nuestros cuerpos.
He tenido la suerte de conocer diversas psicoterapias integradoras que me han ayudado a expandir mi campo de vivencia interior y soltar un poco mi continua obsesión mental. Recursos de amplio espectro que he usado en algunos momentos y luego he soltado. Perspectivas cambiantes y respetuosas con la gran diversidad humana. Miradas no ajenas al amor inmenso que nos envuelve y del que también somos protagonistas.
Ojalá pueda transmitir con mi vida, estos textos y recursos como el taller abierto de Autoestima Profunda un poquito de este aprendizaje interior que tanta alegría y bendición me esta aportando. Ojalá muchas personas nos abramos a tantos pioneros de este aprendizaje integrador repartidos por todos los ángulos de esta hermosa y abundante humanidad. Y sobre todo, ojalá podamos ir soltando esta mirada obsesiva y de autoengaño que sigue pensando que el sol de los demás gira al rededor de mi pequeño planeta ego.
¿Cómo vives tú la realidad de tus obsesiones mentales? ¿Qué te ayuda a tomar perspectiva de tu ser más completo y conectado a los demás?