Tengo miedo de que me veáis en todas mis miserias. Soy una mota de polvo en un océano infinito de motas de polvo iluminadas por los rayos de sol. Y creo ser una mota especial. Tengo miedo de que me veáis en mi vulgaridad. Tengo miedo a morir. Tengo miedo a la vergüenza de no ser amado. Pero en realidad: ¿qué tengo que esconder ante los demás?
Continuamente me siento jugando al escondite conmigo mismo y con los demás, ocultando todas las cosas que siento que hago mal, todo mi odio, todas mis locuras, todas mis huidas de la vida.
¿Qué tengo que esconder?
¿Qué soy un simple humano que me equivoco y que tengo mis problemas? ¿Qué hay infinidad de cosas que no sé? ¿Qué no soy capaz de conectar y sentir a muchas personas? ¿Qué tengo miedo a tu critica? ¿Qué me siento vulnerable frente a muchas personas? ¿Qué tengo esa sensación constante de que algo no funciona en mi vida?
Desearía no esconderme más, reconocer lo que soy y las carencias que me atenazan continuamente. Reconocerte que aunque escriba bien, en realidad caigo continuamente en las mismas locuras que señalo en los textos. Si escribo no es tanto por haber llegado a ningún sitio especial, sino por estar peleándome continuamente con todo aquello que reseño en los posts.
Con frecuencia me quedo en blanco, sin saber que hacer, sin saber hacia donde dirigir mi proyecto editorial, atenazado por la duda y mi sensación de indignidad.
Y ahora siento hermoso reconocer lo que me pasa. Porque en realidad no es nada del otro mundo, es lo que nos pasa a casi todos los seres humanos. ¿Tú también tienes algo que esconder de todo lo que aquí he ido señalando?
El alivio de ser sin escondites
Estamos unidos en infinidad de errores, vulnerabilidades y miserias. Somos hermanos en este mundo de separación y conflicto. Sonreímos a los demás con la máscara del «aquí no pasa nada» «todo esta bien» pero en realidad pasan cosas en estas vidas tan cambiantes.
El juego de la vida nos arrastra de un lado para otro. Y es un gusto poder reírnos de nuestras propias locuras. Reconocer nuestras miserias. Quitar peso a nuestras máscaras y jugar a vivir sin peso, siendo eso, una mota de polvo imperfecta y vulgar. Una mota de polvo que brilla en toda la luz del sol que refleja por un tiempo.
¿Sientes el alivio de ser simplemente tú, sin artificios? ¿Sientes el descanso de dejar de fingir todo el tiempo el ser un personaje especial? ¿Sientes la alegría de no escaparte y soltar los tengo que esconder?
Este post está inspirado en un comentario que me hacía Lourdes Garrido Mayo al post «Reconciliación conmigo y reconciliación con el mundo» de hace unas semanas semana, y que recojo en su frescura:
«Reconocer las propias miserias es tal alivio que nos descarga de la ardua tarea de tener que fingir o hacer un personaje todo en tiempo. Qué descanso…. y toda esa energía que queda libre cuánta falta nos hace para realizar mil cosas que nos quedan por vivir»
Acogiendo nuestras sombras
En nuestra sombra ocultamos, muchas veces sin saberlo, gran cantidad de cualidades que interpretamos como negativas y también como positivas. No queremos reconocer que somos bajos (y altos), que somos tontos (y listos), que somos miserables (y divinos), que nos equivocamos (y acertamos).
¿Qué tengo que esconder ante el mundo? Respondámonos con calma y sinceridad. Vivamos un rato este juego del escondite. Miremos lo que pasa al reconocer lo que por tantos años hemos querido negar. Y dejemos que toda su energía de huida se disipe en una gran carcajada. ¿Tan importante es «esto» como para generar tanto ego evasivo?
Y por fin, poder descansar de tanto artificio. Ser por fin uno mismo. Un ser humano normal que vive libremente con sus propias ataduras y contradicciones. Personas con energía para crear cosas bellas en mitad de nuestras propias destrucciones.
Somos lo que somos, y no pasa nada si escondemos algo. No se trata de golpe de reconocer todo lo que nos pasa ante el mundo. De desnudarnos porque un post nos lo ha sugerido. No, solo de ir pasito a pasito viéndonos de verdad, con conciencia, con autenticidad, dando la bienvenida a lo que somos y vemos en cada momento de nuestra vida.
Y cuando notemos que tenemos algo que esconder ante una persona, que nos causa angustia, ver sencillamente que es lo que nos ata dentro, como uno más de nuestros aprendizajes existenciales. Sin necesidad de culpas, ni exigencias… con la curiosidad de vernos en este aprendizaje del juego de la vida. ¿Te animas a explorar?
Crédito de la imagen: Se escondía del mundo… por Tonymadrid, con licencia CC-BY-NC-ND