– Hola, soy tu exigencia, quiero hablarte ahora mismo. ¡Escúchame!
– Lalalalalalaaa… no quiero oír nada. Me distraigo y procrastino. Soy feliz y me miento. Lo que sea para no oírte.
– Joder, te repito, soy tu exigencia y ya es hora de que despiertes. ¡Es una orden!
– Mira tú, quien narices seas, ¡a mí nadie me dice lo que tengo que hacer! ¡Me voy!
– ¡Espera! Puedo ser más sutil y amable; si paras y me haces caso te regalo un rato de calma.
– ¡Vaya sutilidad chantajista de mierda la tuya! ¿Por quién me has tomado?
– Bueno, tienes razón, pero es que debes hacerme caso para ser feliz, emprender con éxito y crear cosas lindas.
– Me seduces, pero no te creo… llevas años exigiéndome y no hemos llegado a ningún sitio, al menos con tu ayuda.
– Claro, soy tu exigencia, pero tú no me escuchas y pasas de mí, por tanto tengo que gritar de malas formas.
– Vaya, ahora resulta que yo soy el malo de la película y tú la víctima. ¿De que vas?
– Vamos a ver, yo solo quiero hablar y que me escuches sin tanto muro. ¡Estas siempre a la defensiva!
– Es que yo soy tu defensa. Soy tu controlador interno. Y mi función es protegerme de ti, esta loca exigencia que no hace mas que tocarme los…
– ¡Calla! Tienes razón. Yo te juzgo, exijo y ataco y tú te defiendes. Es la guerra que llevamos toda la vida. ¡Esto debe parar!
– ¡Porque tú lo digas bonito! Yo no estoy aquí para hacerte caso en tus memeces.
– ¡Vale! ¿Entonces que hacemos? Yo soy tu exigencia y no voy a desaparecer de tu vida nunca. ¿Lo comprendes? Soy parte de ti. ¿Me ves? ¡Cumplo una misión, que es moverte y despertarte de tanta parálisis!
– ¡Qué pesado eres por Dios! Ya se que eres eterno… muy a mi pesar. Pero entérate ¡yo tampoco voy a bajar mis muros de defensa! ¡Nunca! Si lo hiciera me comerías vivo. ¡Comprendes!
– Si que comprendo… yo intento entrar y tú me cierras las puertas. Yo soy tu exigencia… Y tú eres el protector. ¿Correcto?
– Así es. Y esto es un asedio que dura demasiados años.
– Vamos a ver, ¿Tanto tienes que proteger?
– ¡Ja! y tú ¿tanto tienes que conquistar?
– Tienes razón. No lo niego. Creemos que estamos en bandos diferentes. Pero tal vez podamos resolver algo.
– Ya veo, tú siempre queriendo que otros resolvamos algo.
– Es doloroso escucharte, con tanto cinismo y rigidez.
– Lo siento, pero es que también es duro para mí escucharte con tanta ansiedad y energía violadora.
– Uffff. Gracias por decirme como me ves. Gracias. Si, soy tu exigencia, y soy prepotente y tengo mucha energía.
– Es cierto, somos lo que somos. Yo no me muevo ni un centímetro de lo estático y continuista que soy. No admito cambios.
– Así somos. ¿Crees que comprendiendo el papel del otro podremos llegar a algún acuerdo?
– No lo se, pero me calmo un poco al saber que tú entiendes mi papel.
– Lo mismo me pasa a mí, por primera vez en mucho tiempo he podido hablar contigo y clarificar nuestras posiciones. Mi deseo de hacer y crear cosas, y tu deseo de no cambiar nada. Al menos sabemos donde estamos.
– Si, gracias. Parece que hay un poco de amor acogiendo las distintas partes que somos. Yo seguiré controlando y defendiéndome de ti, pero al menos ahora te veo y algo te aprecio.
– Lo mismo me pasa a mí, sigo siendo tu exigencia, pero al menos te siento como un digno rival haciendo tu labor lo mejor que sabes. Intentare ya no manipularte y exigir desde lo que realmente es importante.
– De acuerdo, yo te prometo que protegeré lo que deba proteger, pero no seré tan cínico y prepotente. Si veo que tu exigencia es sana, me calmaré un poco y permitiré un poco de aprendizaje.
– Gracias. La vida sigue día a día…
Muy bueno Nacho! Ese juego permanente de nuestro interior … es tan claro cuando se logra sentir…. es tan sanador cuado se expresa…. gracias
Hola Florencia! Si! Es muy sanador expresar las voces que juegan en nuestra mente. Hacerlas visibles por un rato. Desmitificarlas. Sentirlas y dejarlas hablar a la luz de nuestra mirada. Ver sus peleas… que son nuestras peleas. Y entender que mucho de nuestro malestar emocional y obsesiones mentales tienen que ver con estas voces no tan evidentes que luchan entre si. Es tan sanador reconocerlas, verlas con distancia, comprenderlas, abrazarlas y reírnos con ellas.
Fruto de este diálogo, hoy mismo saqué otro diálogo de voces con la voz del “animador exigente”, una versión más escurridiza y sutil de la exigencia que todos conocemos. Te animo a leerla y sentirla en ti. Besos!
https://interserediciones.com/animador-exigente/
Me encantó, qué bueno, las dos partes, la exigente-ambiciosa y la rígida-protectora.
Gracias por sacar a la luz esta buena indagación de las dos partes en forma de relato, de algo hasta divertido.
Un abrazo
Hola Sònia! Aprovechando tu comentario he vuelto a releer el diálogo y me ayuda a volver a reconocerme en estas dos voces enfrentadas. Y con este humor y honestidad si que es sanador. Me alegro que también te ayude.
Mucho de nuestro sufrimiento psicológico tiene que ver con estas luchas en la sombra, y con el deseo oculto de que una de las dos partes venza… pero esto no es posible, ya que las dos voces son como las dos caras de una misma moneda… No puede haber exigente sin exigido… ni cuestionador sin cuestionado…
Lo que si que ocurre es que las dos voces enfrentadas se relajen a la vez tras ser escuchadas y atendidas. Como sugiere el relato
Otro abrazo!