Estos días estoy absorbido en mis propias contradicciones. Esta lucha interior confusa que me saca del equilibrio y la zona de confort. Siento ahora mucho enfado ante situaciones que me resultan frustrantes. Y a la vez tengo voces mentales que juzgan mi enfado. Además, mi cuerpo vibra de miedo ante el hecho de molestar a otros y ante el peligro de enfrentarme. Esto me genera muchas dudas en mi cabeza, repaso de escenas, sufrimiento y deseo de escaparme del malestar. ¿Os suena?
Podemos ponerle muchos nombres a estas experiencias: enganche emocional, pelea con las voces internas, etc. Es muy frecuente que pensemos que hay algo malo en nosotros o que somos imperfecto. Aún me cuesta admitir que las contradicciones y los conflictos, tanto interiores como exteriores, son algo inherentes a todo ser humano en proceso de cambio y transformación.
Sin estas luchas y contradicciones, mi vida sería en realidad muerte anestesiante. El conflicto me despierta, me empuja, me mueve hacia cambiar todo lo que no funciona en mi vida. Sin la locura del infierno en mí, jamás habría descubierto lo que es amar y vivir en el cielo.
El significado evolutivo de las contradicciones
Por esto, aunque aún tienda a huir del mal rollo que produce el conflicto, me doy cuenta del profundo sentido de cambio y evolución que tienen las contradicciones. La lucha entre los opuestos nos obliga a enfrentar lo que no funciona. El caos que se abre tiene un propósito, una dirección, un deseo de mejorar algo.
El problema frecuente nuestro, es que no sabemos aún como manejar el conflicto y las contradicciones en una dirección resolutiva. Damos vueltas al tema una y otra vez, confusos, molestos, enfadados, hasta que finalmente miramos lo que realmente nos pasa. Podemos culpar al mundo una y mil veces. También podemos culpar a nuestras debilidades. O podemos escaparnos, pero al final solo quedo yo en mi dolor, en la comprensión de mis autoengaños y en lo que auténticamente necesito.
Debajo de toda pequeña y gran contradicción hay un importante aprendizaje experiencial y emocional. Una vez vivido y traspasado, se ilumina algún aspecto oculto de nosotros y transforma un poco nuestra vida. Ya no somos los mismos. Estamos más preparados para seguir enfrentando las situaciones cambiantes e impermanentes de la vida.
Entre las bestias y los dioses
Creer que en algún momento encontrare un paraíso estable y sin conflictos es una falacia. Soñar con una felicidad absoluta e inmutable en el futuro no es real. Si puedo, en cambio, despertar a esta plenitud que ya soy ahora, una plenitud de paz y felicidad autentica que cohabita con mi contradicción.
En medio de la guerra soy paz. La paz la despierto gracias al aprendizaje en el campo de batalla. Soy un humano a mitad de camino entre las bestias y los dioses. Mis contradicciones cambiantes y locas son parte de la alegría dolorosa de vivir y descubrir.
Imagen de portada por Quetzal Hernandez en Flickr – Licencia CC-BY-NC-SA
Gracias por tus reflexiones, Nacho. Me siento identificada con ellas y al verme reflejada mi paz aumenta.
Me siento agradecida porque de una u otra forma estes en mi camino. Namaste.