Parece un contrasentido decir sí a la guerra psicológica de uno mismo, pero lo que quiero decir es que vale la pena enfrentarnos a lo que nos esta pasando y no esconderlo en nuestras mazmorras internas. Igual que ocurre entre países, entre personas, en parejas o en el trabajo, es importante que reconozcamos la guerra psicológica que tenemos para poder resolverlas de la mejor forma posible antes de que nos carcoma por dentro.
Cuando la guerra psicológica queda oculta, en realidad ésta sigue desarrollándose sin parar aunque no nos demos cuenta. Solo cuando la haces consciente, puedes ver que está pasando, escuchar que voces y aspectos tuyos están enfrentados entre si, y despertar tus recursos de resolución de conflictos interiores. Si te fijas bien, seguro que tienes un mediador interno, pero este no puede actuar si no le dejas contactar con los bandos en guerra. Y ten en cuenta que este contacto no suele ser algo limpio, sino que es una locura confusa, sucia y contradictoria por la que necesitas pasar con frecuencia.
Normalmente nos da miedo abrir las compuertas de nuestra guerra psicológica. No queremos pasar por momentos duros en terapia o en la vida. Pero son necesarios para poder alcanzar la paz. Como dice la máxima latina:
“Si quieres paz prepárate para la guerra”
De evitar la guerra yo sé mucho. Suelo escapar con frecuencia de los conflictos interiores y también exteriores. Muchas veces prefiero estar tranquilo y anestesiado, a levantarme y luchar por lo que es realmente relevante en mi vida. Y para ello, mato mi fuerza emocional, ya que en la zona de confort está no suele ser necesaria.
Es doloroso esto de matarse a uno mismo para no ir a la guerra. Es otra de estas contradicciones tan frecuentes en nuestras vidas. Para evitar el conflicto, me hago daño a mí mismo.
Y un día queremos emprender un proyecto. Queremos criar a un hijo. Buscamos una solución a un problema o sanar una enfermedad. Pero nos falta fuerza. No tenemos recursos internos para enfrentar el fracaso. No estamos entrenados para la crisis o la guerra. Pero la guerra psicológica siempre está ahí, oculta, esperando el momento de que nos atrevamos a acudir abiertamente a su campo de batalla.
Desde hoy, digo sí a mi guerra psicológica, ya que sin ella me convierto en una marioneta sin fuerzas y sin vida, movido por los hilos que la casualidad maneja. ¿Tú que eliges? ¿Te enfrentas también a esta batalla llena de fracasos y logros? Lo vas a pasar mal, eso es seguro. Pero necesitas pasarlo. Como dice Mafalda:
“La vida es linda, lo malo es que muchos confunden lindo con fácil”
Me quedo con esta frase genial: “Es doloroso esto de matarse a uno mismo para no ir a la guerra”.