Sin duda, dentro de ti y de mi hay una sensación de separación que necesita ser reconocido por nosotros mismos. Todos tenemos una constante tendencia a crear barreras y a alejarnos. Llevamos dentro heridas de las que escapamos. No podemos negarlo. Es parte de nuestra condición humana. Y de hecho, es importante que aceptemos esta realidad mía y tuya para poder vivir con felicidad.
Pesa mucho el querer aparentar que no nos sentimos separados. Es psicologicamente muy estresante el negar nuestro odio y enfado con toda la realidad. Sufrimos de tanto luchar contra lo que hay dentro.
Sufrimos más al vivir en una falsa sensación de unidad
Con frecuencia aparentamos que todo está bien y que nuestra vida es un valle de rosas. En esos momentos tú y yo huimos de todo lo que consideramos “negativo” y nos creamos una falsa imagen de “positividad”. Creemos erróneamente que así viviremos felices y en paz.
Podemos pasar muchos años ocultándonos a nosotros mismos está sensación de separación que llevamos dentro. Pero los demás la perciben, ya que nuestro cuerpo la lleva en cada músculo contraído, en la expresión de la cara, en nuestra respiración,…
Y cuanto más lo neguemos, más viene a nuestra vida este constante malestar en forma de ansiedad, depresión, enfados, enfermedades o fracasos. Es la forma natural que tiene la vida de mostrarnos lo que nos pasa.
Nos relaja reconocer nuestra sensación de separación
Hasta que un día decides entregarte. Sientes todo el peso infinito de tu sensación de separación y ya no lo niegas. No tienes ya fuerza para ocultar lo evidente. Te sumerges en el dolor de lo que está aquí día tras día. Abres los brazos a tu propio odio y lo reconoces en todos sus matices.
Por un tiempo tal vez te sientas hundido por tu propia locura separada. La soledad interna se te muestra en toda su crudeza. Y tu crisis existencial parece que no te va a dejar nunca. Pero esto es solo que sigues agarrándote a tu propia creencia a que eres una identidad separada e indigna. Y esto no es cierto.
Por tanto, sigues soltando. Y reconoces que aunque tengas esta sensación de separación, tu no estás separado. Tú auténtica identidad es pura unión, pura unidad. Una integridad tan profunda que abraza toda tu creencia de estar disociado.
Nos libera abrazar con ternura nuestro ego
Desde la luz de ser conscientes. Cuando ponemos atención a esta sensación de guerra interna, y ya no huimos de ella, es cuando el ego separado pierde toda su fuerza. Reconocer nuestras limitaciones y nuestra sombra es en realidad un acto de amor y de unidad.
Nuestra sensación de separación sigue mostrándose con frecuencia. Y desde la unidad que somos en esencia, es abrazada y reconocida como lo que es, una simple tendencia psicológica que busca proteger y defender una parte sobre otra.
Y ya no sientes tanta tensión cuando aparece tu ego escapista. Desde lo profundo de ti lo miras con ternura, reconociendo el papel importante que cumple en tu existencia humana.
La libertad amanece en ti. Y de tu corazón tierno y tus labios abiertos brota naturalmente: Yo Soy, gracias, gracias, gracias.