En este momento no siento ganas de trabajar en el ordenador. No me siento inspirado para escribir. Llevo un rato dando vueltas a posibles textos, pero realmente ahora no estoy motivado para ello. Y al dejarme sentir esto, me doy cuenta de que me apetece escuchar los pájaros, moverme despacio, tararear suave, dejarme llevar por la alegría del instante…
Es curioso descubrir como una parte de mi busca otra cosa aparte del momento y el estado presente. Mientras que la realidad de mi cuerpo me sugiere descansar en la pereza de sentirme.
Trabajar desde la pereza
Las vacaciones están recién terminadas. Y noto que mi cuerpo esta sensible y vivo. Son muchos días permitiéndome no hacer nada. Días de reposo y de compartir desde la calma. Sin exigencias ni quehaceres.
Y aquí estoy escribiendo. Sin pensarlo mucho. Permitiendo que sea mi pereza inicial y mi sensibilidad las que escriban. Y así, me permito usar mi estado y mi realidad presente para llevarme despacio hacia una forma de trabajar más humana y cercana.
Me resulta gustoso reconciliar así mi pereza con mis ganas de trabajar. Dejar que sean mis letras como pájaros que cantan desde mis dedos. Palabras que caminan despacio por el teclado, tarareadas desde la suavidad de mi sensibilidad vacacional. En esta alegría de permitirme crear desde donde me siento.
Reconciliar desmotivación y motivación
Soy un aprendiz en todo lo que escribo. Soy un aprendiz en el arte de vivir. Y gozo dejando que sea mi propia vida la que impulsa mis textos. Este momento desmotivado me ha llevado a una autentica motivación más centrada y sensible. Soltando la exigencia laboriosa e integrando la pereza con una acción más cariñosa y humana.
Y ahora doy las gracias a mi desmotivación por enseñarme el camino para soltar la rigidez de mi mente y centrarme en lo que de verdad me motiva.
Me encanta esta forma de trabajar que reconoce mi humanidad y mi corazón sensible. Sin olvidarme de que mi deshumanización e insensibilidad me sirven de puertas para descubrirme y aprender.
Hace apenas 20 minutos no podía imaginarme que llegaría a escribir este breve texto. Mi bloqueo y desgana laboral me estaban inquietando. Hasta que me permití respirar y sentirme. Y desde aquí, desde la sensación de pereza y de vacaciones, puede sentir de vuelta los pájaros, la naturaleza, el mar y todo el gozo de estos días de descanso.
Conciliar las vacaciones y el primer día de trabajo
La vuelta a la rutina profesional nos resulta dura a casi todos. Por eso se me ocurre sugerirnos, en base a esta breve experiencia mía, que nos conectemos con la alegría y calma vacacional para empezar a trabajar desde aquí.
Permitirnos sentir el gozo y la calma interior, y desde allí fluir en una labor más creativa y sutil. Soltar la exigencia por lograr y volver al frenético ritmo de trabajo. Y en cambio, dejar que sea el vacío de objetivos el que nos guíe por senderos innovadores y reconciliadores de la vida laboral con la vida personal.
Está es solo una sugerencia que me ha venido, y que tal vez te pueda aportar algún matiz interesante para aplicar a la vuelta de las vacaciones o incluso a tus vueltas del fin de semana.
¿Te ha venido alguna sensación tras leer esta experiencia? Estaremos encantados de escucharte y conversar en los comentarios contigo. Un abrazo grande y feliz labor perezosa y creativa 🙂
Credito de la imagen: Focus de Gergely Tapa, con licencia CC-BY-NC-ND
Qué buena reflexión para tener de aliada la pereza. Gracias Nacho.
Si, buena cosa tener de aliada a la pereza, en vez de vivir enfrentados a ella. Gracias Elena! Un saludo muy cordial 🙂