Tras los sueños densos de la noche, viene este despertar confuso, donde la mente duda y se deja atrapar en proyectos, y donde la emoción real se oculta entre las sombras. La impotencia se adueña de la mañana. Y tras ella el dolor se agazapa, queriendo mostrarse, pero el miedo no quiere que salga. Sentir mi frustración me da pánico. Es más fácil huir. Pero… es esta frustración emocional la llave de mi alma.
Mi alma siempre está aquí, presente, viva y plena de paz. La esencia humana me acompaña, como un fondo real de amor, sabiduría, creatividad y libertad. Un fondo que no reniega del dolor, de la destrucción, de la ignorancia y de mi esclavitud. El alma lo acoge todo. Lo integra todo. Es todo. Es.
Los días de pelea interna son días sagrados…
Momentos en que el alma quiere mostrarse a través del dolor humano. Oportunidades para sensibilizarme y volver a casa. Puedo huir del malestar. Disociarme de mi frustración emocional. Luchar por volver a una calma artificial… o puedo simplemente escucharme.
Hoy decidí parar y sentirme. Escuchar mi cuerpo y mi alma. Relajarme en mi interioridad con ayuda del audio de relajación de Lourdes. Me ayuda mucho a soltar mi mente y entrar en lo que ocurre dentro. Entrar en el misterio de mi mismo, sin palabras… solo presencia sensible.
Descansar en el alma dolorida. Este estado emotivo y abierto que se conmueve ante la locura del mundo. Este acoger como puedo mis propias contradicciones. Simplemente ser ahora lo que es.
El día está gris… como mi frustración emocional
He desayunado higos de otoño, dulces y sabrosos. Agradezco el regalo de la naturaleza y estos días plomizos que invitan a sentirse. Cada instante es un regalo que me une a mi mismo, y desde allí hacia los demás.
Tras escribir un rato desde mí, me lanzo hacia las redes sociales a vivir esto que me apasiona, que es el arte de conectar y prender pequeños fueguitos de alma y vida por donde camino. Sentir con sensibilidad lo esencial y plenamente humano que se oculta tras cada mensaje. Sentir el interser humano. No tengo porque hacer nada o forzarme a compartir nada. Mi presencia guía mi acción a cada instante. Desde el alma.
Otros días me atrapa el deseo de salir de esta sensación mental de impotencia, de frustración emocional, de llegar a algún lado mejor… Es natural. Acojo como puedo esto también.
Sanar las redes humanas desde la presencia. Escuchar como el gran fuego de la esencia va contagiándose aquí y allá… y facilitar con mi aliento que siga ardiendo. Porque fuego he venido a traer a la tierra y ya es hora de que todo estalle en su belleza intrínseca.