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Enfado y liderazgo – Un relato en la oficina

Tercer relato que comparto sobre cambio personal y profesional, de la serie el final del escape. Hoy una historia corta dentro de una oficina que nos ayuda a comprender el liderazgo que podemos esconder detrás del enfado y de la frustración de toda una vida:

Enfado y liderazgo

Relato enfado y liderazgo

El enfado cotidiano de Mary ya era un clásico en la oficina. Hoy la había tomado con Luis, la nueva incorporación de la plantilla, al que estaba diciendo de malas maneras que su primer informe era una mierda digna de un incompetente. Él aun no conocía los desvaríos de su bella e iracunda compañera de planta. Ella pertenecía a otra sección diferente a la suya, pero por misteriosas razones había ojeado su labor y se permitía opinar de él. Por un instante Luis estuvo a punto de caer en la trampa que ella le tendía y engancharse en su enfado. Pero se dio cuenta a tiempo de que esto es lo que ella buscaba. En realidad el informe y la supuesta incompetencia suya no eran el problema.

La miro fijamente a la cara y busco sentir que había detrás de esa mascara de ira, prepotencia y enfado. Lo que descubrió fue una niña muy dolida, que se creía invisible, abandonada y sin valor. Luis tenía esa facultad de empatizar profundamente con la emoción más real escondida en las profundidades de una persona. Era el regalo que una dura vida le había otorgado.

La sonrió abiertamente, se levanto de su silla y se acerco a ella como quien se dirige a un niño perdido buscando a su mama. La tomo ligeramente de brazo y la invito a tomar un café en la maquina. Ella se negó mostrándose completamente indignada. Él insistió con su franca y abierta presencia. Estuvieron así un largo instante, uno frente al otro, en un dialogo muy sutil y sin palabras. Mary estaba desconcertada. Sentía como si alguien la estuviera mirando en sus entrañas, con respeto y hasta con cariño.

Un poco más calmada, Mary le devolvió la sonrisa y se despidió de él con un minúsculo gesto. Se giro y se marcho rápida y dignamente por el pasillo. Luis la miro alejarse unos instantes y luego volvió tranquilamente a su mesa y siguió concentrado en su trabajo.

Cuando Mary llego a su despacho, cerro la puerta y puso una silla bloqueando el picaporte. Luego se hundió en su butaca y rompió a llorar. Por primera vez en muchísimo tiempo contacto con el dolor de su infancia, cuando sus padres la gritaban todos los días y ella se sentía una mierda. Y por fin pudo liberar tanta angustia retenida en sus entrañas. Lloro y gimoteo durante un largo rato hasta que callo rendida.

Dos años después Mary celebraba su fulgurante ascenso con sus compañeros. Algunos recordaban como un espejismo aquel tiempo en que esta líder y colaboradora mujer había sido el tormento de todos ellos. Desde el otro lado de la sala, Luis la penetro con su mirada y percibió lo que siempre había estado allí, una alegría infinita, un amor poderoso y una voluntad capaz de superarlo todo.

Crédito de la imagen: Office Hours de Amir Lodge. Licencia: CC-BY-NC

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2 comentarios en “Enfado y liderazgo – Un relato en la oficina”

  1. ¡Precioso relato Nacho!, qué maravilla esconde nuestro enfado, cuánto poderío mal encauzado en ocsaiones, y cuánto dolor hay destrás de nuestros enfados desproporcionados. Yo veo el trabajo personal encauzado hacia las dos direcciones, aprender a gestionar nuestro enfado desproporcionado y aprender a no enganchar con el enfado desproporcionado del otro, toda una sabiduría de vida que perseguimos todos pero lo importante es hacer pequeños pasos constantes.

  2. Hola Lourdes! Si, lo importante son estos pequeños pasos constantes de apertura y conciencia. Y si, este relato es para vernos reflejados en ambos personajes. Vernos en la frustración y el dolor oculto de Mary expresada en sus enfados. Su (nuestra) necesidad oculta de valoración y apoyo. Sentirnos en su historia dolorosa… y en su deseo de cambio. La sombra. Su liderazgo latente, esperando expresarse…

    Y sentirnos en la piel de Luis, en su flash de inspiración para no engancharse. En su dura historia que podemos imaginar. En su generosidad y empatia para ver al otro… Su conciencia más abarcante. Su amor y su sembrar algo sin esperar nada a cambio…

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